BELATE-BERUETE 2021

Doce mendizales en dos taxis. El doble que el 2020. La Belate-Beruete pervive.

El amanecer fresco, pero sin una sola nube. ¡Vaya día que vamos a tener! Ya en ruta, llamada para el taxista. De Lekunberri. Están en fiestas. A ver si les puede llevar a Arbizu. Que está de servicio, que después de las 8:30. El mozo es de buen conformar; con tal de que les lleven a casa…  Al tomar hacia Iraizotz, el día ya despierta y la parte de Saioa, Okolin… se perfila claramente. Ni una sola niebla.

Hoy no iremos hasta Venta Quemada porque tomaremos antes la GR. Aparcamos a las 7:45. ¡Ha vuelto a oscurecer! Niebla cerrada. Frío. “No vamos a ver el camino”. Roberto tiene un frontal y nos ponemos a andar. Perdemos la senda porque las marcas del Atletic no se ven. “Tiene que ser más a la izquierda”. Efectivamente. El foco del frontal apunta unos metros adelante y en el tronco de un haya, la pintura salvadora. A todo esto, ni siquiera un tiro. ¿Habrán desaparecido los cazadores? La pista no está lejos, y caminando por la izquierda de un prado conocido llegamos a la borda que vemos cada año. El paso  del  tiempo y el abandono no perdonan: ya no tiene tejado. Sin embargo, en la fachada, el escudo de armas muestra todavía el orgullo de lo que fue la edificación. A ver si sigue dando los buenos días a más mendizales de la Belate-Beruete. Mientras la pared siga  en pie… A la salida del prado, una señal del Ayuntamiento de Baztan informa de que se trata de un vía pública.  Se puede, pues, cruzar el prado, sin molestar a las ovejas que todavía no han empezado a pastar.

En el desnudo Putzuetako Gaina que se corona a más de 1.063 m, el viento del norte sopla sin clemencia y, como nos envuelve la niebla, nos imaginamos, a la derecha, al Mendaur y los pueblos del valle que vigila desde la cima.  De cuando en cuando, y por pocos segundos, la niebla nos abre una mínima ventanilla para dejarnos disfrutar de Utzama como mostrándonos el cebo para volver otro año. Hoy la cosa no está para bromas y llegamos lo antes posible a Maizterrareneko borda para recuperar un poco las fuerzas, ya que hemos madrugado mucho. Casi todos y todas picamos algo sin sentarnos siquiera porque todo está mojado y apetece reanudar la marcha lo antes posible.

Ante la cruz de hierro componemos entre las/los caminantes la tragedia rural de Romeo y Julieta y posamos para la foto de rigor y vuelta a andar. “Desde aquí se tendría que ver el embalse de Leurtza”, pero la niebla…

Tras pasar por un cruce con cuatro direcciones, “¿Dónde está Roberto?”. El mozo, emocionado con la historia, empieza a bajar hacia Eltzaburu, pueblo en el que situamos a la protagonista de la tragedia. Hay que esperarle unos minutos.

Recuperado el despistado, continuamos a buen ritmo. Manolo nos espera en Gorostieta con el consabido café caliente y las pastas. Gracias, Manolo.

Queda la segunda parte del recorrido: Gorostieta-Otsola-Beruete. Y no hay que llegar tarde a la cita con los taxis. Pero parte de la manada se rezaga como los mansos del encierro porque dos o tres nos/se ceban con las urrizizas y los hongos. Total, que en Otsola el grupo tiene que esperarles/nos  y llegamos a Beruete a las 14:30.  Un poco justos/as. Barkatu!

Para terminar bien el día, siete hombres de la marcha fuimos a comer a un restaurante en Irurtzun y estuvimos muy a gusto recordando nuestras “hazañas” montañeras. ¡Hasta el año que viene!

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