A la XXXI. Sakanako Ibilaldia le ha costado llegar mucho más de lo necesario, pero la espera ha merecido la pena. Y es que ha llegado con dos años de retraso, el 30 de abril de 2022 y ha vuelto más fuerte que nunca.
Más de uno estaba preocupado porque las marchas estaban perdiendo fuerza ante el auge de las carreras de montaña; incluso algunos han soltado “No tienen futuro”. También en el Club de Montaña de la Sociedad Iratxo, el gusanillo de la duda iba creciendo en el interior de más de una/o. Y es que, el maldito Covid ha impedido la organización de la XXXI Sakanako Ibilaldia durante dos años. Tuvimos que suspenderlo dos veces en 2020 y en 2021.
En contra de las opiniones de los malos agoreros, las montañeras/os de Iratxo comenzamos a preparar el Ibilaldia el mismo mes de enero, y la verdad es que empezamos a trabajar en un mar de dudas. Lo organizaríamos, pero ¿cómo haríamos las inscripciones, por internet o también el mismo día de la marcha? ¿Cuántas camisetas de regalo pedir al proveedor? ¿Tendríamos voluntarios/as para llevar a cabo las tareas que requiere un evento como el Sakanako Ibilaldia? Y, por último, y lo más importante, ¿cuál sería la respuesta de los montañeros/as? Sin embargo, la esperanza se superpuso a las incertidumbres y decidimos afrontar con entusiasmo el reto de 2022. No nos faltaban razones para el attrevimiento: a los socios jóvenes que entraron en Iratxo dos años antes les invitamos a embarcarse en la aventura de la Ibilaldia y respondieron con creces. Se nos sumaron nuevas fuerzas para avanzar.
Y así, poco apoco, fuimos decidiendo las cosas y avanzando con los trabajos. Paso a paso. Trabajos no visibles al principio: solicitar las autorizaciones necesarias al Depar-tamento de Medio Ambiente y a otros tantos (Ayuntamientos de Irurtzun e Imotz, entre otros), contactar con los patrocinadores para obtener la ayuda necesaria, informar a los montañeros y montañeras de la XXXI. Ibilaldia que iba a llegar, elaborar un plan de limpieza de caminos (también destacable y de agradecer en esta tarea la respuesta de los jóvenes)… La verdad es que teníamos avanzadas alguna cosas, como el logo, porque la edición del 2020 la teníamos medio preparada, pero todavía nos quedaba mucho trabajo por delante y debíamos tomar decisiones ahuyentando las dudas.
El tren estaba ya en marcha y no se detendría. A duras penas, pero decidimos que las inscripciones se iban a realizar exclusivamente por Internet, que no habría posibilidad de inscribirse el mismo día. La incertidumbre generada por la Covid era una de las razones más importantes, aunque el hacer las inscripciones también en el último momento generaba más de una molestia, trabajo y ciertos apuros. Menos trabajo y menos preocupación, por tanto, en el día D. Y, inevitablemente, llegó el momento de las apuestas: “A que sí 800”, “No llegaremos”… Las camisetas solicitadas, 1.200. Muchas. “Tendremos que comérnoslas con patatas”.
El 1 de abril se abrió el plazo de inscripciones. El 26, último día. Largos días para cocinar las dudas. Y la gente fue apuntándose poco a poco. “Hoy 20 nuevos fichajes”. “La gente esperará todo lo posible hasta que se sepa el tiempo que va a haber”. “Mira qué poca gente hay en Altsasu; las marchas de montaña van en picado”.
Fueron llegando los permisos (insufrible burocracia), se limpiaron los caminos, se consiguieron los patrocinadores, nos pusimos en contacto con los voluntarios/as y nos dimos cuenta de que empezaban a responder muy bien: una vez más, no fallarían… Quedaban los trabajos de los últimos días, pero la rueda no se detendría. Era una decisión fundamental decidir qué se iba a pedir para los avituallamientos. Decisión compleja teniendo en cuenta la realidad que vivía la sociedad. Debíamos seguir las medidas Covid impuestas por las autoridades y trajimos pastas y bollitos envueltos en plástico para verlos en la comisión. ¿Podríamos ofrecer plátano y naranja? ¿Cómo repartir los frutos secos? Encontramos unas bolsitas de papel muy adecuadas para repartir los pinchos y las compramos para mostrarlas en la reunión… Dudas por todos los lados.
Pero las cosas se fueron aclarando poco a poco. En abril las autoridades decidieron que en los abastecimientos se podrían ofrecer productos sin envoltorio. Eso sí, respetar estrictamente las medidas de higiene. Los responsables de los controles debían lavarse las manos con jabón o utilizar hidrogel. Por lo tanto, estábamos volviendo a la “normalidad” anterior. Menos preocupaciones.
Las inscripciones avanzaban y alguien, como todos los años en secreto, iba preparando las fichas de los/as participantes. Gracias, como no, al amigo invisible. Los inscritos/as iban, como se ha dicho, poco a poco, pero en continuo ascenso: 400, 500… Los/as 800 cada vez más cerca. A punto de salvar el presupuesto. “Llegaremos a los 1200, ya lo veréis”, un optimista empedernido. Y así fue: al terminar el 26 de abril casi 1.198 caminantes registrados: 411 en la Larga; 561 en la Corta y 226 en la Txikia. Además, una vez cerrado el plazo de inscripción, la gente seguía llamando y llamando a ver si los inscribiríamos. Con mucha pena, pero había que decir que no.
Y con ese número tan alto, la prisa. Había que pedir más chocolate, pastas y frutos secos, más naranjas y plátanos… Benditas prisas.
Los trabajos de los últimos días también se llevaban a cabo de forma adecuada: el marcado de caminos terminado, preparada toda la infraestructura de salida: mesas, pasarelas de salida bien señalizadas… Mientras, en Iratxo un grupo de mujeres preparaba el caldo y el café, en la planta superior la txistorra (80 kg) esperaba colgando de la percha… Por la tarde los responsables de los controles fueron pasando por la bajera a recoger comida y bebida, papeleras para recoger basura (bien señalado qué depositar en cada una) los vasos reutilizables, botiquines y demás que llevarían a los controles. En definitiva, los alimentos y toda la infraestructura necesaria. También un par de hojas que marcan al detalle las normas a seguir. Pero las voluntarias veteranas y veteranos que se encargan de los controles tienen desde hace tiempo una amplia experiencia y un profundo conocimiento de lo que hay que hacer. No necesitan tantas instrucciones.
El día grande, el 30 de abril, toda la maquinaria estaba en marcha para las 5 de la mañana; no se podía quedar en la cama a pesar de que más de uno/a había pasado la noche medio en vela: los/las responsables de controlar y organizar los aparcamientos, ofrecer café caliente y pastas a los/las participantes de la marcha Ibilaldi Luzea que tuvieron que dejar la cama tan temprano… Aunque faltaba un par de horas para aclarar el día, los chalecos amarillos de los organizadores podían verse donde quiera en las calles de Irurtzun.
Y en el frontón Atakondoa, todo listo. La entrega de txartelas, de fichas, había comenzado para las 5:30 y los montañeros y montañeras iban llegando. Se fueron llenando las pasarelas marcadas numéricamente para la salida. A las 6 de la mañana el cohete estalló, puntual, se quitó la cinta de los pasillos y en 5 minutos ya estaban en marcha los montañeros/as de la Larga. Todo había ido a pedir de boca. Amanecer estupendo. ¡Vaya día que venía! Ideal para andar.
A las siete y media les tocó el turno a los/as de la Corta y a las nueve y media, a los/as de Txiki. Las mismas situaciones y preguntas: “Dónde se recogen las tarjetas”, “No recuerdo el número”, “Las listas están en la pared para poder mirarlas”. Digno de reseñar que tuvimos a miembros de tres generaciones en la partida: el abuelo, el hijo y un crío de pocos meses. Bien que se merecían una foto. La Marcha de Sakana tiene futuro.
Cuando los últimos caminantes se marcharon y los organizadores se quedaron solos, la pregunta a destacada “¿Merece la pena barrer el frontón?”. El suelo y las gradas estaban limpias del todo: sólo una hoja y un pedacito de papel en el suelo. ¡El comportamiento de los montañeros/as fue realmente gratificante y digno de mención! Parece mentira cómo el frontón Atakondoa podía estar tan limpio después de haber pasado 1.200 personas de todas las edades. ¡Felicidades a los/as participantes por su actitud cívica!
Los/as montañeras en el camino y organizadores y colaboradores en Iratxo, sentados a la mesa, disfrutando de un buen par de huevos fritos y jamón con tomate. ¡Desayuno bien ganado! Además, hay que reunir fuerzas para afrontar el largo día. Unos desayunando y otros y otras preparando pinchos de chorizo y queso para llevarlos a los controles, unos 2.000. 25 kg de chorizo y 30 kg de queso. Los trozos de pan cortados a medida en las escuelas estaban llegando en cajas y alrededor de la mesa un grupo numeroso preparando pinchos.
Y de un momento a otro, en un santiamén, Iratxo se quedó vacío. Desaparecieron las cajas y también la gente. No vacío del todo, porque las cocineras tenían el trabajo de recoger todos los trastos del desayuno y dejarlo todo ordenado. Cada uno/a se dirigía a su control.
En la plaza había que preparar la meta, sin perder ni un minuto, para cuando llegaran los primeros “korrikalaris”. Poner las mesas, colocar las vallas para dirigir al control a los montañeros/as, la barrica de sidra preparada para el “txots”, el rocódromo colocado en el frontón, el arco publicitario de entrada levantado… Faltaba traer el material: las camisetas, los regalos (caja de avena de Alea y yogures de Lacturale), los ordenadores para el control, los demás regalos, la megafonía… La cocina y sartenes para preparar la chistorra también listas. El pan y la chistorra los traerán un poco más tarde. No es necesario dar grandes órdenes. La gente está acostumbrada. Son los/as más jóvenes quienes preguntan qué hay que hacer, pero rápidamente le cogen la marcha al trabajo.
Y a las 10:30 se presentan en la Plaza de los Fueros los primeros participantes de la Corta (¡esos sí que son corredores!) cuando todavía no está todo preparado, metiendo prisa a los/as encargados/as de las camisetas. “No vamos empezar a repartir las camisetas hasta que llegue la hora de apertura del control”. Pero… El año que viene tenemos que ser más rígidos/as en esto.
El ambiente de la plaza se va animando. La tarea de elegir las camisetas, los regalos que les han tocado a algunas y algunos por sorpresa… Chocolate, naranjas, pastas, yogures… Y la chistorra caliente. Nadie tiene voluntad para rechazar un pincho de chistorra. “¡Qué bueno!” Y con el pincho en la mano a hacer txotx (nos bebimos 180 l de sidra entre todos/as), las escaleras de la plaza casi llenas, la gente satisfecha dando las gracias porque la Ibilaldia había sido maravillosa, comenzaron a ofrecer música y difundir algunos mensajes desde la megafonía. En el rocódromo chicas y chicos y no tan jóvenes intentando tocar la cima. ¡Vaya éxito el del rocódromo! ¡Gracias a los/as encargados/as!
Hacia las ocho hay que empezar a recoger todo para dejar la plaza ordenada. Retirar el material sobrante, cargar en el camión las mesas, contenedores de basura, vallas… para llevarlas a su sitio… Y una vez pasada la escoba, a Iratxo, a cenar. En la Sociedad les han hecho el recibimiento a tres o cuatro participantes de Iparralde que han llegado los últimos y éstos, con las camisetas y regalos recibidos, también se han marchado contentos porque les hemos esperado.
Y sentados en la mesa, repasamos el día mientras degustamos patatas con bacalao. Después llegarán el segundo plato y el postre, pero, para ello, también habrá un grupo de mujeres trabajando. ¡Gracias a todos y todas aquellas que hacen viable este gran día!
Al preguntarles a los jóvenes si el año que viene, hay/tenemos que organizar la XXXII Sakanako Ibiladia, “Esto no se puede dejar sin organizar” les sale. Habrá Marcha mientras las voluntarias y voluntarios estén dispuestos. Eso era lo que repetía Pello todos los años.